jueves, 8 de octubre de 2015

Augusto Higa Oshiro / Cuadernos Urgentes / Estudios críticos

Cuadernos Urgentes: Augusto Higa Oshiro 

Estimados amigos, comparto el comentario de contraportada de Paolo de Lima a la compilación Cuadernos Urgentes: Augusto Higa Oshiro, reciente publicación de Edith Pérez Orozco y Paul Asto Valdez, salida de las prensas de Distopía Editores.








“Cuadernos Urgentes” es una necesaria colección dedicada a difundir trabajos críticos recientes sobre la obra de autores peruanos esenciales y en plena producción escritural. Esta primera entrega, sobre el narrador Augusto Higa Oshiro (Lima, 1946), importante miembro del grupo “Narración”, reúne siete trabajos centrados exclusivamente en su creación novelística y testimonial: Final del Porvenir (1992), Japón no da dos oportunidades (1994), La iluminación de Katzuo Nakamatsu (2008) y Gaijin (2014). Estos estudios abordan los principales temas que recorren la producción estudiada de Higa Oshiro: la narrativa urbana, la novela de aprendizaje, la marginalidad en sus diversas aristas, la representación del subalterno y del sujeto fronterizo, la identidad del nisei peruano-japonés, la mirada del nisei a los cholos aindiados y a los criollos de Lima, la migración a Japón por parte de los niseis, la postmodernidad/neoliberalismo como dos caras de un mismo proceso histórico, entre otros tópicos. A cargo de Shigeko Mato, Ignacio López-Calvo, Paul Asto Valdez, Jorge Terán Morveli, Lilian Farías Irrazábal, Edith Pérez Orozco y Miguel Cornelio Ramos, todos estos abordajes, planteados desde distintas disciplinas teóricas (sobre la base de los aportes de pensadores como Benjamin, Foucault, Agamben, Spivak, Bhabha, Guha, Anzaldúa), no solo confirman la vigencia y proyección de la obra de Higa Oshiro, fino tejedor de historias y diestro artesano de la palabra escrita, sino que nos permiten encontrar mayores sentidos en su obra para continuar dialogando con ella a través de la lectura, siempre placentera, sorprendente y aleccionadora. Un justísimo reconocimiento.


Paolo de Lima
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Universidad de Lima


domingo, 26 de julio de 2015

Literatura y mercado



Estimados lectores, comparto un ensayo aparecido hace unos meses en un par de revistas altamente recomendables. Va la referencia: "Literatura y mercado: discutir el plan lector". En: 1) UNASAM. Revista del Vicerrectorado Académico de la Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo, Año I, N° 1, setiembre de 2014, pp. 259-265; y 2) Fabulador. Revista de Literatura Infantil y Juvenil. Año III, N° 3, diciembre de 2014, pp. 2-5. .Espero, como siempre, la oportunidad de discutir lo publicado.


Literatura y mercado:

Discutir el plan lector




 
RESUMEN

El libro, en nuestra contemporaneidad, se ha convertido, de manera similar a otras formas de cultura, en un producto de las llamadas industrias culturales, donde prima la variable económica en lugar de la cultural. En tal sentido, discutir la relación literatura y mercado resulta una agenda urgente. La discusión de plan lector será, así, el punto de partida para nuestra problematización, pues él se convierte en un campo en el cual este vínculo perverso ha echado raíces con mayor evidencia. En el presente trabajo, ofrecemos un conjunto de reflexiones que apuntan a la discusión de este tema.

Palabras claves: Literatura peruana – mercado literario – plan lector



0. Apertura

            Hará un par meses, charlando con un amigo, joven escritor, acerca de la campaña mediática, tan inusual en nuestra literatura, en torno a Contarlo todo, novela de Jeremías Gamboa, percibí, con excesiva explicitud, cómo está funcionando la relación entre literatura y mercado actualmente. El tema inicial de nuestra conversa giró en torno a la falta de comentarios críticos honestos al poco de distribuirse el dichoso libro. Nuestro punto de partida fueron las redes sociales. La primera semana muy pocos –casi nadie en realidad- se atrevía a decir lo que, de pronto, cualquier lector con un mínimo de sentido común percibía: el libro, para la campaña detrás de él, resultaba decepcionante. Tuvieron que aparecer los comentarios de Oswaldo Reynoso en torno al mismo (“No me gustó, ni siquiera la terminé. Dejé de intentar leerla al primer capítulo. La verdad, es que yo tengo 83 años y no tengo tiempo para leer cualquier cosa”) para que otros lectores honestos se animaran. “Nadie quiere pelearse con Varguitas” mencionaba mi amigo. (Valga recordar que Vargas Llosa apadrina a este escritor, incluso comenta en la contratapa del libro: “Un escritor perfectamente dueño de sus medios expresivos, que sabe concentrarse en lo esencial, que es siempre contar una historia bien contada”). La consigna parecía ser el quedar bien con quienes tienen acceso al mercado. “Jorge, la literatura peruana [se refería a los escritores] se divide entre quienes aparecen en la foto y quienes no aparecen”, sentenció mi amigo. Y, bueno, parece que muchos quieren.

            Una cuestión quedó clara después de esta conversación: la tendencia señala que el impacto de un libro de literatura se debe, cada vez más, al respaldo del trabajo editorial -lo cual incluye, por supuesto, comentarios de escritores, espacios en los medios (escritos, audio-visuales y virtuales)- y no necesariamente a los méritos estéticos / éticos del producto cultural literario. Asunto que reclama una discusión necesaria e inmediata.

Con certeza, esta situación no es necesariamente privativa de nuestra contemporaneidad, pero en el estado actual de la cosa resulta mucho más problemática. Pienso, específicamente, en la relación entre literatura y mercado, donde el libro, la literatura para el caso, se ha convertido, a la manera de otras formas de cultura, en un producto de las industrias culturales, donde lo que prima no es la variable cultural sino la económica. Sobre este punto pretendo esbozar algunas primeras impresiones, relacionadas, en segunda instancia, con el plan lector, ítem cardinal donde este vínculo perverso se ha arraigado con mayor claridad. Reflexiones y apuntes iniciales a ser compartidos con los lectores y, por supuesto, sometidos a debate.


1. ¿Es negativa la relación entre literatura y mercado?

            Pienso que no. La libertad creativa de la literatura, la ruptura de la censura, se yergue sobre la base de la autonomía del mercado literario. Este fenómeno no es reciente. Auerbach lo fecha, en su versión moderna, aproximadamente, en el prerrenacimiento italiano. Este sería el inicio de la reconstrucción de un mercado literario (la construcción del mismo se remite a la República romana) donde las propias dinámicas del mercado permitirían, positivamente, tratar una diversidad de temas, no sometidos a coerción. El camino de esta liberación fue progresivo. Bajo esta premisa, en nuestro contexto contemporáneo, cuando menos en el peruano, se puede afirmar que el mercado literario marcha viento en popa.

Entonces, ¿dónde está el problema? En realidad la existencia de un mercado literario no resulta el problema, sino la aplicación de una lógica de mercado en la literatura. Hagamos la diferenciación. Si pienso el mercado literario, pienso en un circuito de escritores, editores, distribuidores y lectores (por colocar los agentes más evidentes) que participan activamente en la producción, circulación y consumo de libros. En tal sentido, el mercado literario tiende a la autonomía, lo que conlleva a regirse, en principio, por el componente estético, lo que, ciertamente, no involucra que un texto no pueda tener otros componentes de orden ético, igualmente válidos y complementarios. Por otro lado, la lógica del mercado implica satisfacer, ciertamente, una necesidad, pero esa satisfacción obedece al deseo capitalista de obtener una ganancia económica. En tal sentido, el concepto de industria cultural, mencionado anteriormente, redondea la idea: la circulación, para el caso, obedece a las variables económicas del mayor beneficio. La literatura es un producto cultural y, como tal, la industria cultural puede comercializarlo, sin que prime, necesariamente, el componente artístico, el componente estético. Es un producto y hay que venderlo.

En otras palabras, el vínculo entre literatura y mercado resulta pernicioso cuando los criterios de la lógica del mercado se adentran y comienzan a hacerse uno con el mercado literario. Más exactamente con el sector más visible de este. (Cierto, nuestro mercado literario es también heterogéneo y circuitos alternativos permiten la circulación de textos de calidad, al igual que algunos de estos se insertan en la industria cultural del libro). El problema surge cuando la necesidad a ser satisfecha implica ofrecer productos que no están a la altura de lo anunciado. El libro se ofrece con estrategias de venta a través de diversos medios: reportajes televisivos / periodísticos, gigantografías, publicidad en la web (páginas web, revistas electrónicas, blogs, facebook, etc.), entre otros. Entonces si lo que se anuncia no se corresponde con lo que uno encuentra en el producto, pregunto, ¿esto no resulta una práctica bien conocida?: publicidad engañosa. Y, si no me equivoco, esta práctica es objeto de denuncia y de penalidad.

El problema se agrava cuando ampliamos el impacto del libro-mercancía, más allá de la inmediatez de la lectura y de la, en teoría, libre elección del lector; cuando esta lógica instala sus fueros en campos más delicados. ¿Qué sucede, cuando esos mismos criterios mercantiles comienzan a involucrarse en la construcción del canon? Digamos cuando textos que, de pronto, no tienen relevantes méritos comienzan a ingresar en las lecturas planteadas, por ejemplo, en el plan lector.


2. Canon y lógica del mercado

            Si pensamos en autores contemporáneos que, por a o por b, conocemos merced a los comentarios aparecidos en diversos medios: revistas literarias, periódicos, revistas mediáticas y, sobre todo, a través del internet y las redes sociales, resulta que tenemos un abanico de ofertas acerca de lo que podemos leer. Bueno, es un mercado, muchas veces se trata de ofrecer el libro para su lectura. Y uno de los públicos específicos deseados por estos autores es el público escolar. (No solo, ciertamente, solo por una cuestión económica. No pretendemos generalizar, pues también, por supuesto, existen los autores que desean hacer llegar su voz y su propuesta estética y ética a estos públicos en formación a través de su literatura). Este mercado es el de la educación básica regular; dígase, específicamente, primaria y secundaria e, incluso, a inicial. (Un segundo público, digamos, es el que se entiende como un público iniciado, que continúa la práctica de la lectura tras la formación escolar; público cuyo contacto es más personalizado, pues obedece ya una elección que se asume voluntaria). Pensemos, específicamente en el plan lector y partamos, para ellos, de dos preguntas.

1) ¿Cuáles son los criterios para establecer el conjunto de textos a leer? Los listados que se ofrecen al estudiante como parte del plan lector son, ciertamente, variados. Varían en cada institución educativa, en incluso de aula en aula. Pueden incluir tanto clásicos universales y nacionales como textos contemporáneos. Más allá del intento del estado peruano (allá por el 2005) de promover la lectura en las escuelas, este campo ya había sido abonado por las industrias editoriales transnacionales asentadas en el Perú y algunas nacionales. El problema resulta, sino en el enfoque, en la implementación del plan, pues la aplicación de este ha considerado la lectura como una actividad casi exclusivamente práctica, sin enfocarse, necesariamente, en el ejercicio crítico que la lectura involucra. Para ello, gran parte de los docentes se han concentrado en seleccionar libros, que las editoriales les ofrecen por supuesto, cuyos ejes temáticos resultan atractivos para el niño y el adolescente: textos terroríficos o fantásticos, amén de los libros de autoayuda. Es cierto que los dos primeros pueden considerarse como cuestionadores de la realidad, pero la forma de involucrarse con ello en el aula suele centrarse en aspectos superficiales, siguiendo el camino del mero entretenimiento.

2) ¿Quiénes están elaborando esta selección? Del ítem anterior podemos pensar que los docentes. Sin embargo, queda claro que la selección específica para el aula parte de aquello que ofrecen las editoriales y cuyo criterio es, ya se mencionó, la lógica del mercado, pensada más como satisfacción del consumidor que como despertar de la conciencia crítica. Existe entonces, pensemos para el caso peruano, una serie de autores que desean ingresar al aula, desean ser leídos en el aula, pues, es un mercado emergente. Entonces, las editoriales deben volver apetecibles esos autores y textos, en principio para los docentes y, en seguida, para los alumnos. Para ello hay que ofrecer un catálogo efectivo para la cartera de clientes. Temas sencillos de digerir que no involucren el esfuerzo agotador del pensamiento crítico. Catálogo que, bajo esta lógica, va camino a convertirse en un canon para el público escolar.

El problema atañe, vemos, a una rama muy poco valorada dentro de la academia literaria peruana: la literatura infantil y juvenil; importantísima para la formación tanto literaria como existencial del ciudadano. En este campo es mucho más evidente que no es ya la institución académica la que elabora este canon. Si pensamos que sí seguimos en nuestra torre de marfil. El impacto de las letras, a partir de la llamada crisis de las humanidades desbaratada esta posible respuesta afirmativa. Cierto, puede ser que todavía tengamos algún impacto, pero al ritmo que vamos parece que la lógica del mercado puede terminar imponiendo sus criterios, arriba mencionados, a la elaboración no solo del canon literario infantil y juvenil, sino a la literatura, digamos, de iniciados. Si entendemos, claro, canon, en su acepción más simplista: conjunto de textos literarios de carácter memorable, merced a sus cualidades estéticas. Pero visto, así, el canon resulta universal, ahistórico. El canon es una categoría bastante histórica, pues resulta de comprender la literatura como un campo intelectual, un campo literario, donde diversos sectores, diversos en cuanto a clase, cultura, estatus, género y edad, por mencionar las variables más conocidas, luchan por imponer su visión del mundo a través de la misma literatura. El canon es entonces un campo de lucha, no es solamente una cuestión estética. En tal sentido, se lucha por incluir o excluir, ampliar o reducir ese listado de textos. Esa lucha, obviamente, no solo involucra los mismos textos, sino los intereses estéticos, sociales, culturales, políticos y -por lo visto económicos- que enarbolan los involucrados.

Volvamos a la pregunta, aunque sea retórica, entonces, ¿quiénes están, en este momento, imponiendo su percepción de lo que es la literatura infantil y juvenil? Respuesta: los involucrados en la industria cultural literaria que tienen interiorizada una lógica de mercado. Y el producto de esta actividad resulta en una selección que no obedece necesariamente a criterios estéticos sino al impacto, la visibilidad que algunos autores y textos han obtenido merced a todo un aparato editorial, publicitario, mediático. Verbigracia, ya que pensamos en literatura peruana, consideremos el caso de la literatura de la violencia política leída en el aula.


3. Literatura de la violencia política en el aula

            ¿Por qué el boom de la literatura de la violencia? Respuesta uno, los mismos fenómenos sociales traumáticos hallan su expresión en los discursos elaborados por la cultura; entre ellos, la literatura. En tal sentido, la literatura canaliza creativamente, ficcionalmente aquello que la memoria, de pronto, no puede, en un primer momento, abordar por otros canales y emprende, más tarde, también por otras vías. Respuesta dos, ciertamente, la literatura, o cierto sector de ella, puede prestarse a un uso comercial del mismo. Es decir, la escritura sobre la violencia puede ser además de una práctica estética un acto ético, una búsqueda, una forma de comprender nuestro entorno; o, puede ser, una aventura comercial, donde lo estético si es que existe, no se entiende aunado a lo ético; digámoslo, hay temas que venden, por ejemplo la violencia de la guerra interna de fines del siglo pasado, y, para algunos escritores, escribir sobre ella es apostar sobre seguro. Tenemos, entonces, dos actitudes con respecto a un mismo referente.

Estas dos actitudes pueden apreciarse en dos novelas que se han convertido en lecturas casi obligatorias en las aulas de los últimos años de la educación secundaria. 1) Rosa Cuchillo de Óscar Colchado es producto de esa fructífera percepción de la literatura como acto estético y ético, de memoria; búsqueda intensa por comprender el fenómeno desde una perspectiva literaria. 2) Abril Rojo de Santiago Roncagliolo resulta una búsqueda individual donde la violencia política es mero elemento decorativo o en el mejor de los casos elemento tangencial. Esta segunda actitud es la que resulta particularmente problemática para el tema que tratamos. Novela, entretenida, ligera, con falencias en la lógica de las acciones, con personajes chatos y cuyo autor es promocionado como uno de los más relevantes de nuestra literatura contemporánea. Producto de la lógica del mercado. Ambientado en el Ayacucho de la posguerra, este libro ha llegado a etapas formativas, ha ingresado ya al canon literario juvenil.

Este segundo enfoque no deja de ser discutible. El tema de la violencia política en la literatura peruana se vincula al ejercicio de la memoria, y resulta de fundamental prioridad en una sociedad que quiere mirar al futuro sin olvidar el pasado, aprendiendo de él. Aprendizaje que el alumno, siempre desde una postura crítica, debería afrontar con la compañía del docente. ¿Qué habrán de leer nuestros hijos y hermanos? ¿Cómo habrán de acercarse, a través de la literatura, a un periodo tan traumático, como fue el de la guerra interna? ¿Recorriendo los mundos de un Ayacucho donde habitan seres planos y caricaturescos o a través de un mundo poblado de seres humanos?


4. Reflexiones de salida.

A veces pensamos, cuando como lectores, los críticos, nos enfrentamos a libros que consideramos con poco o nulo mérito literario, que el tiempo se encargará de ellos. “No sobrevivirán al tiempo”, se suele decir. Es, realmente, una visión bastante egoísta de lo que resulta la función de la crítica en nuestros tiempos contemporáneos. Esos libros que de pronto nos parecen insípidos suelen portan ideologías que resultan dominantes, hegemónicas, y son más difundidos, más leídos que aquellos libros que resultan, si queremos, contrahegemónicos. Aquellos son los más difundidos, los niños, los jóvenes, el público en general, los lee. Sus esquemas mentales, además de por otros medios, se interiorizan. Si entendemos la crítica en su relación con la sociedad, no como censora, sino como parte de un campo de lucha, como una actitud y práctica crítica que debe cuestionar las ideologías imperantes, entonces hay que dar la batalla ahora. No negando ciertamente el que estos textos puedan ser leídos, sino explicitando que hay detrás de ellos, qué ideologías y qué lógicas las animan. Este es un compromiso a asumir.


5. Bibliografía mínima


AUERBACH, Erich
1969   Lenguaje literario y público en la Baja Latinidad y en la Edad Media. Barcelona, Seix Barral.

CELLA, Susana (comp.)
1998   Dominios de la literatura: Acerca del canon. Buenos Aires, Losada.

COLOMER, Teresa
2010   Introducción a la literatura infantil y juvenil actual. Madrid, Síntesis.

DÍAZ RÖNNER, María Adelia
2005   Cara y cruz de la literatura infantil. Buenos Aires, Lugar Editorial.

ESLAVA, Jorge
2013   Un placer ausente: Apuntes de un profesor sobre la lectura escolar. Lima, Universidad de Lima.
2013   Jugar a las escondidas: Una invitación para escribir cuentos en la escuela. Lima, Santa María.

LÓPEZ MAGUIÑA, Santiago [et. al.]
2007   Industrias culturales: Máquina de deseos en el mundo contemporáneo. Lima, Red para el desarrollo de las ciencias sociales.

NUSSBAUM, Martha
2010   Sin fines de lucro: Por qué la democracia necesita de las humanidades. Buenos Aires, Katz.

PÉREZ OROZCO, Edith
2011   Racionalidades en conflicto: Cosmovisión andina (y violencia política) en Rosa Cuchillo de Óscar Colchado. Lima, Pakarina Ediciones.

PERNIOLA, Mario
2008   Del sentir. Valencia, Pre-textos.

SULLÁ, Enric (comp.)
1998   El canon literario. Madrid, Arco/libros.




Jorge Terán Morveli
Universidad Nacional Mayor de San Marcos